PADRES PERMISIVOS
Los padres permisivos son aquellos que tienen poco control sobre sus hijos. Para ellos, la educación se
basa en la falta de normas y límites. Algunos son muy afectuosos emocionalmente convirtiendo este
medio en el único vínculo de relación que establecen con sus hijos, por lo que pueden descuidar o
poner poca atención en la parte formativa.
Por lo general, los padres permisivos dan total libertad a sus hijos para que ellos tomen sus propias
decisiones de lo que quieren hacer, cuándo y cómo; además de ser excesivamente tolerantes aun con
conductas que nos les parecen adecuadas.
Como no tienen un esquema estructurado de disciplina basado en reglas y horarios, terminan cediendo
a todas las demandas de los hijos, y el colmo es que, a veces, incluso terminan cumpliendo las
obligaciones o responsabilidades que le corresponderían al menor.
Existen varias razones que llevan a los padres a ser permisivos:
- Cuando se convierten en padres siendo muy jóvenes y quieren seguir viviendo al ritmo de sus amigos solteros, dejando a los hijos bajo el cuidado de alguien más.
- Los padres que por querer ser “modernos” piensan que los límites, horarios o reglas pueden “traumar” a los niños o limitarlos en un sentido negativo.
- Los padres con hijos “pilón”; hijos que ya no estaban planeados o que tienen mucha diferencia de edad con sus hermanos mayores. En ocasiones los padres ya son mayores o están cansados por el desgaste de la educación de los primeros hijos.
- Los padres muy ocupados: aquellos que no tienen el tiempo para desempeñarse como padres por lo que el sentimiento de culpa los agobia. A veces además de ser permisivos son compensadores.
La responsabilidad de los padres es la de proveer pero sobre todo la de formar y es igual de grave
descuidar tanto una como la otra.
Desafortunadamente, los padres permisivos no siempre comprenden que para tener éxito en la vida se
requiere, entre otras cosas, un sentido de responsabilidad y autodisciplina que se obtiene con una
educación asertiva, con límites y estructura.
En ocasiones, los padres compensadores dan privilegios u objetos materiales incluso sin que los hijos
los pidan. O por el contrario, cuando se sienten rebasados advierten con castigos para controlar los
malos comportamientos e imponerse, pero pocas veces los cumplen, ocasionando que los niños se
empoderen y reaccionen con hostilidad o agresividad ante ellos.
El estilo permisivo de educación lleva a que los padres gradualmente “tiren la toalla”, renuncien a su
labor educativa y, además, etiqueten a sus hijos como "malos y tiranos".
La falta de normas y límites en el hogar hace que el niño o joven se sienta desorientado, y lo expone a
que sea a través de amigos, profesores, familiares o medios de comunicación que escoja sus principios
y valores.
La falta de normas en la casa suele llevar, más que al desarrollo de la autonomía y la madurez, a
relaciones de indiferencia y resentimiento hacia los padres y a un bajo desarrollo moral.
No se debe ser un padre autoritario para asumir el rol de guía porque las actitudes extremas siempre
traen consecuencias; se trata más bien de educar con amor y cariño pero también con normas y
disciplina, mostrando interés en las opiniones de los hijos y decidiendo en conjunto para fomentar que
los hijos sean autónomos, autosuficientes y felices.
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